Por más de tres meses, Fernando Oscar Gallo vive una angustia que no da tregua. Enfermo de cáncer hepático desde hace una década, depende de un tratamiento de quimioterapia que debe aplicarse cada mes sin demoras. Pero desde septiembre, su medicación no llega. “Yo mandé la receta el día 5 del mes pasado, y hoy es 6 de octubre… todavía no me dieron la quimio ”, a lo que el paciente empezó a llamar para pedirla y la respuesta fue que no estaba.
Gallo explicó que cada aplicación es vital para mantener controlados los tumores: “Son tumores hepáticos que pueden estallar. Esta quimio me la tengo que dar de por vida, no es un tratamiento de unas semanas”. Sin embargo, su desesperación crece al ver cómo el sistema le da la espalda.
Según relató, el problema comenzó cuando su obra social cambió de laboratorio proveedor. “Me dijeron que había un problema con la Franco Argentino, que estaban buscando otro laboratorio. Yo ya no sé qué hacer».
Desde su casa en San Bernardo, a seis horas de Buenos Aires, Gallo intentó resolver el problema por todos los medios. “Me dijeron que la quimio estaba en una farmacia de Avenida de Mayo. Fui y cuando llegué, no estaba. Fui a la obra social, me dijeron que me debía reempadronar. ¿Cómo puede ser? Si yo mando la receta todos los meses, el día 5 del mes pasado la mandé”, reclamó.
A ese nuevo trámite burocrático se sumó la falta de respuesta institucional. “Llamo y llamo, pero nadie contesta. Hablan de empadronar médicos, empadronar pacientes… mientras tanto, el tiempo pasa. Y no soy el único. Hay muchísima gente con cáncer, con VIH, con enfermedades graves, que no están recibiendo los remedios”, advirtió.
Gallo recuerda con claridad cómo se fue desmoronando el sistema: “Así perdimos el Británico, así perdimos el Italiano, el Güemes… todo por falta de pago. Yo no sé si el gobernador no tiene hijos, no tiene padres, pero atrás de cada paciente hay una familia entera sufriendo”.
“Parece que los funcionarios no se dan cuenta. No quiero mezclar la política, pero no hacen nada. Hay gente haciendo home office mientras uno se está muriendo. Los únicos que atienden son los pobres empleados de guardia, que no tienen culpa de nada”.
El hombre, que vivió 31 años en Río Grande, contó que conoce a varias autoridades de la obra social, pero nunca obtuvo respuesta. “La directora nunca me atendió. La conozco de años, pero ni un mensaje, nada. No atiende a nadie. Estoy en una situación límite”, expresó.
Gallo advierte que, de no haber una solución inmediata, iniciará un recurso de amparo, aunque su pedido va más allá de lo personal: “Yo puedo hacerlo porque tengo familia que me ayuda, pero hay muchísima gente que no tiene plata para un abogado. Están cansados, abandonados. Esto es un abandono de persona”.
“No quiero pelearme con nadie, solo quiero mi medicación. Que se despierten. El pueblo está dormido, los funcionarios también. Y nosotros, los enfermos, no tenemos tiempo para esperar”.
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