La arquitecta Belén Borgna, secretaria de Planificación e Inversión Pública de la Municipalidad de Ushuaia, describió por Radio Provincia como “más que extraordinaria, atípica” la situación que generó el desborde de los arroyos y el incremento repentino de los caudales en distintos sectores de la ciudad.
Según explicó, el fenómeno no se debió tanto a la lluvia del sábado sino a “las nevadas acumuladas en las zonas altas desde el lunes pasado”. Esa nieve, combinada con una temperatura máxima de casi 17 grados y ráfagas intensas de viento, provocó un deshielo súbito en las montañas. “Esa combinación aceleró el deshielo e incrementó los caudales de los chorrillos que atraviesan la ciudad”, precisó.
Borgna detalló que los mayores inconvenientes se registraron en el Chorrillo del Este y el Arroyo Buena Esperanza, cursos de agua de corta trayectoria y alta pendiente que cruzan áreas urbanas densamente pobladas. “Esa pendiente hace que el agua baje con mucha fuerza. En Buena Esperanza se formó un dique natural con ramas, piedras y sedimentos que colapsó, arrastrando el agua hacia calles y viviendas”, relató.
El equipo municipal trabajó con maquinaria para reconducir el caudal y limpiar las obstrucciones, “en algunos sectores el arroyo corre prácticamente a nivel de calle, lo que hace que al superar los niveles habituales tienda a desbordar de inmediato”, señaló.
Respecto de las consecuencias, la funcionaria explicó que el incremento de sedimentos también afectó el sistema de potabilización de agua, porque “cuando el caudal baja con mucha fuerza arrastra más sedimentos y complica los procesos de potabilización. La Planta Dos fue la más afectada por esta situación”, afirmó.
En cuanto a los trabajos sobre Yaganes, Borgna contó que el alcantarillado se encuentra obstruido en un 70%, por lo que “tuvimos que canalizar superficialmente el agua y armar un dique de contención. Ahora esperamos que baje el nivel para poder ingresar al conducto y verificar qué pasó adentro”, explicó, y advirtió que se mantendrá el corte de la zona mientras se esperan nuevas lluvias.
Consultada sobre las obras necesarias para prevenir futuros desbordes, reconoció que será necesario “levantar las paredes perimetrales de contención en algunos puntos” y revisar el diseño urbano ante los nuevos patrones climáticos. “Ushuaia está pensada para un clima que ya cambió. Antes las precipitaciones eran en forma de nieve entre abril y noviembre. Ahora tenemos más lluvia y eso modifica la lógica de las infraestructuras”, sostuvo.
La arquitecta también se refirió a la posibilidad de deslizamientos en zonas altas, donde el crecimiento urbano ha avanzado sobre áreas naturales. “En principio no estamos ante un riesgo de deslave porque todavía conservamos un manto vegetal que sostiene el suelo. Pero sí debemos reconstituir esos mantos en los barrios donde se ha excavado para construir viviendas”, advirtió.
Finalmente, la funcionaria insistió en la importancia de una mirada integral, ya que “el cambio climático está con nosotros. Tenemos que repensar la ciudad y adaptarla a condiciones que ya no son las mismas. Estos fenómenos extraordinarios nos lo recuerdan con fuerza cada vez que el agua busca su cauce”.







